El agua para consumo humano requiere del tratamiento necesario para asegurar la salud y bienestar general del consumidor. Un tratamiento incorrecto al igual que la ingesta de agua cruda aumenta el riesgo de padecer enfermedades como la diarrea, el cólera, la hepatitis A, infecciones parasitarias, infecciones por virus y bacterias, entre otras. Esto se deba a que las fuentes de agua embotellada pueden ser manantiales naturales, aguas subterráneas y aguas superficiales que pueden contener contaminantes que vuelven el líquido no apto para consumo humano.
El agua cruda puede contener sedimentos en suspensión como tierra y arena los cuales modifican características como la apariencia, color y sabor del agua. También pueden existir productos químicos orgánicos como pesticidas y productos químicos industriales, así como metales pesados, entre otros contaminantes que modifican las propiedades que vuelven idónea el agua para su consumo.
De igual forma el agua para fabricación de hielo requiere los mismos tratamientos de purificación que garanticen la seguridad del consumidor a la hora de ingerirlos. Sin embargo, hay equipos y procesos que pueden ayudar a mejorar la calidad y las características del hielo.