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No toda el agua es insípida

Siempre se ha dicho que el agua potable debe ser insabora, inodora e incolora.

Esta afirmación conlleva dos errores. El primero es que el término insabora no está aceptado por la Real Academia Española. El término correcto es insípida.

El segundo está en el contenido de toda la afirmación: no es correcta. La realidad es que el agua sabe, huele y tiene color.

En cuanto al sabor, el agua sabe muy diferente, dependiendo de su origen. No sabe igual un agua que procede de un lago, de un río, de un manantial, de un pozo, de la lluvia o de deshielo.

Considerando que un agua potable prácticamente no contiene compuestos orgánicos, ¿qué es lo que le imparte sabor? Son las sales disueltas, que también se conocen como minerales disueltos. El sabor dependerá del tipo y la concentración de estos.

Los minerales disueltos pueden ser dureza, sodio, potasio, fierro, bicarbonatos, cloruros, hidróxidos, sulfatos…

Actualmente, muchas de las aguas embotelladas se tratan con ósmosis inversa. Este proceso disminuye el contenido de minerales disueltos y, por lo tanto, no solo potabiliza, sino que produce agua con un contenido bajo en sales. Es un agua con un sabor diferente, que algunos describen como “ligero” (contrario al sabor de un agua con mayor salinidad).

¿Las sales y minerales de dan sabor al agua que bebemos?

Sí, las sales y minerales presentes en el agua influyen significativamente en el sabor del agua que bebemos. Estos componentes disueltos pueden provenir de fuentes naturales, como la disolución de rocas y minerales en el agua subterránea, o de fuentes antropogénicas, como los procesos de tratamiento de agua y la contaminación.

  1. Minerales comunes: Los minerales más comunes en el agua, como calcio, magnesio, sodio y potasio, contribuyen al sabor y a la “dureza” o “suavidad” del agua. Por ejemplo, un alto contenido de calcio y magnesio da lugar a agua “dura”, que tiene un sabor característico y puede dejar depósitos en las tuberías y electrodomésticos.
  2. Sales: Las sales disueltas, especialmente los cloruros y sulfatos, pueden alterar el sabor del agua. Por ejemplo, un alto nivel de cloruros puede darle al agua un sabor salado, mientras que los sulfatos pueden dar un sabor ligeramente amargo.
  3. pH del agua: El pH del agua, que puede ser afectado por la presencia de ciertos minerales y sales, también juega un papel en la percepción del sabor. El agua con un pH muy bajo o muy alto puede tener un sabor ácido o alcalino.
  4. Concentración y balance de minerales: El balance y la concentración total de minerales en el agua son cruciales. Incluso pequeñas cantidades de ciertos minerales pueden cambiar notablemente el sabor del agua. El agua purificada, como el agua destilada, que carece de minerales, a menudo es descrita como insípida o plana.

En resumen, mientras que algunos minerales son esenciales para un sabor agradable y beneficios para la salud, un exceso o un desequilibrio de estos puede resultar en sabores no deseados y problemas de calidad del agua.

Es frecuente escuchar o leer afirmaciones de que el agua baja en sales es dañina para la salud. No es así. Muchas comunidades obtienen la totalidad del agua potable de la lluvia o de deshielo, que es tan baja en sales como un agua que paso por un proceso de ósmosis inversa o destilada. Estas comunidades no tienen una menor esperanza de vida o alguna morbilidad debida al agua. Si su alimentación es adecuada, de ella obtienen los minerales que requieren.

Por otro lado, tampoco puede decirse que un agua baja en sales es benéfica para la salud.

Es importante no confundir  “sabor” con “potabilidad”. El sabor es cuestión de gusto; la potabilidad es una necesidad imprescindible.

Si gusta leer un artículo interesante y más extenso sobre el tema, dé clic en el siguiente enlace: ¿el agua baja en sales causa daños a la salud? 

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