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¿Agua corrosiva o incrustante?

Toda agua puede ser corrosiva, incrustante o equilibrada, independientemente de que sea potable. Cuando es corrosiva, afecta a los metales más fácilmente oxidables, como es el caso del acero galvanizado o el cobre. Su tendencia a corroer o a incrustar depende del tipo y la cantidad de compuestos inorgánicos disueltos en ella. Una de las primeras características que debemos conocer del agua que recibimos en casa o en la empresa, es esta tendencia.
No debemos perder de vista que no nos referimos a un tema de salud, sino a un tema de afectación de las tuberías y los equipos de tratamiento del agua.
Existen cinco parámetros que determinan la tendencia de un agua: el pH, la dureza total, la alcalinidad total, los sólidos disueltos totales y la temperatura.
El pH mide la concentración de ácidos que se disocian al estar disueltos en el agua. Puede tener valores de entre 0 y 14. Un pH de 7 significa neutralidad. Un pH menor a 7 corresponde a un agua ácida, y un pH mayor a 7 corresponde a un agua alcalina. Mientras menor es el pH, el agua es más ácida, y, por lo tanto, más corrosiva. Y, viceversa, a mayor pH, el agua es más incrustante.
 
La dureza es una medida de la concentración de calcio y magnesio disuelto en el agua. Estos cationes tienden a incrustar más que cualquier otro, por lo que, a mayor dureza, la tendencia incrustante de un agua aumenta.
La alcalinidad total es una medida de la concentración de carbonatos, bicarbonatos e hidróxidos en el agua. Todos estos tienden a incrustar, por lo que un agua con una alcalinidad total alta, tiende a ser incrustante.
Los sólidos disueltos totales y la temperatura aumentan la tendencia corrosiva o incrustante que da la combinación de los parámetros anteriores (pH, dureza y alcalinidad).
Uno de los índices más usados para determinar la tendencia corrosiva o incrustante de un agua, es el Índice de Saturación de Langelier (ISL). Cuando este tiene valores de entre -0.5 y 0.5, el agua está equilibrada (el mejor estado de equilibrio ocurre cuando el ISL de 0.0). Cuando el ISL es mayor a 0.5, el agua es muy incrustante, y cuando el ISL es menor a -0.5, es muy corrosiva. En estos dos últimos casos, es necesario corregir la tendencia del agua. Es posible hacerlo de diversas maneras (agregando un ácido o un álcali, suavizando, osmotizando, dealcalizando…).
Lo mejor es un agua equilibrada, pero lo que más afecta a los equipos de tratamiento es un agua incrustante. Esto es así, porque los internos de los mismos (carbón activado, resinas de intercambio iónico, membranas de ósmosis inversa, tubos de cuarzo de las lámparas de UV, etc.) se van incrustando y van perdiendo su capacidad para tratar el agua.
Cuando se instala un suavizador, es común que el agua resulte corrosiva. Por lo tanto, antes de hacerlo, es necesario que acuda a un técnico en aguas que evite esta condición.
De todo esto, antes que otra cosa, es necesario determinar el ISL del agua, para conocer si tiene tendencia a corroer o a incrustar, y para, en dado caso, actuar en consecuencia.
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